QUE DIVERTIDO ES RIYADH

Ya estamos a sábado y nuestro fin de semana está a punto de terminar. Aunque de nuevo ha vuelto a ser bastante animado. Barbacoa el jueves por la noche y día de piscina y comida con amigos el viernes.

Javier volvió de Sudáfrica esta semana y como había q celebrar su reciente paternidad y cumpleaños nos juntamos el jueves para una barbacoa. Decidí hacer una tarta de queso y limón para poder soplar las velas, y aunque estaba bastante buena de sabor, la pinta no quedó tan bien. Y es que con el calor se puso bastante pocha. Ahora eso sí, no quedaron ni las migajas.

Esta vez, a parte de Gonzaga al que ya conocíamos, vinieron dos chicos más que trabajan de cámaras aquí, Nacho y Ángel, y que han resultado también bastante agradables. Nos reímos muchísimo toda la noche y decidimos quedar de nuevo al día siguiente. Recordadme algún día que os cuente la historia de la hija bizca que ya no es hija de Ángel. Muy grande, la verdad.

Para el viernes David preparó una paella riquísima, Javier hizo una carne al horno también muy buena y yo una tortilla de patatas que nos llevamos a la piscina a la hora del aperitivo. Todo un triunfo de almuerzo. Comimos de nuevo en casa de Javier, al que como esto siga así le vamos a tener que pagar una parte del alquiler, porque pasamos más tiempo allí que en casa. Y ya cuando el sol cayó un poco nos volvimos a la piscina, porque últimamente se pone muy animada las fines de semana. Nos sentamos al lado de unos chicos que habían montado unos altavoces con luces que parecía eso una discoteca. Y justo cuando la cosa se animaba de bailecitos se vino una tormenta de arena que nos echó de allí. Os dejo una imagen para que veáis como se pone el cielo.

Ahora ya sí que me he enterado lo que es una tormenta de esas, porque en la última semana hemos tenido dos. Vienen por la noche, y es curioso, porque se está tan tranquilo y de repente se levanta un viento bastante fuerte y tanto polvo que casi ni se ve. Es bastante incómodo porque la arena se te mete en los ojos y en la boca. Así que definitivamente nos tuvimos que volver a casa. Tampoco era tan mala hora teniendo en cuenta que David trabaja los sábados.

Por cierto, últimamente me vais a tener que leer más a menudo, ya que por fin nos hemos comprado un módem y esta tarde nos compraremos la tarjetita, así que con eso de que internet me va ir mucho  mejor, pienso estar dando el coñazo casi a diario.