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jueves, 21 de enero de 2016

VISITANDO LA CIUDAD

Una vez que he cumplido mi promesa de contar la visita de nuestro amigo, procederé a narrar un poco por encima mis dos primeras semanas y media en Riyadh. Y sólo las dos primeras semanas y media, porque es el tiempo que estuve aquí la primera vez que vine.

Si me habéis leído desde el principio, recordaréis que llegué el 30 de noviembre. Bueno, mejor dicho el 1 de diciembre porque eran ya las 4 de la madrugada cuando aterricé. Y, como la Navidad estaba a la vuelta de la esquina, teníamos billetes para volver el 18 de diciembre. Así que para mí, esta visita, no fue más que una toma de contacto. Lo justo para hacernos con la nueva casa y salir tres o cuatro veces por la ciudad.

Ese corto espacio de tiempo me ha servido para darme cuenta de que no es tan fiero el león como lo pintan. Es cierto que las mujeres van tapadas hasta los ojos (y esto es literal) y que no podemos fumar  ni conducir, ¡ah! ni sentarnos en las terrazas de los bares, pero en general se respira tranquilidad y en ningún momento tienes sentimiento de inseguridad. Además, por otro lado, prefiero no conducir aquí, porque el tráfico y la forma de llevar el coche de ellos merece una entrada aparte.

Las veces que he salido a la ciudad me ha permitido ver que es casi todo un poco desastroso. Y digo casi todo porque hay zonas que se salvan, como la calle Tahlia, de la que hablé ayer. La ciudad es una obra continúa. Todo está lleno de grúas, zanjas, máquinas y desvíos de tráfico. Así que el gps te suele jugar malas pasadas. Otra cosa son los escombros. Hay parcelas enormes de terreno hasta arriba de escombros y basura. David dice que es porque conforme van haciendo obras los van depositando en el primer sitio que les pilla y ahí se quedan. Aun así, yo creo que en unos cuantos años la ciudad quedará bastante bien. Aunque en ese punto no nos ponemos de acuerdo David y yo. Él piensa que esto seguirá siendo un desastre por muchos años que pasen.

Otra zona que se salva es di Riyadh. Según me ha explicado David, esta es la zona antigua de la ciudad aunque la están reformando y les está quedando muy bonita. Di Riyadh está justo al lado de un río, que no me acuerdo cómo se llama, y tiene una zona con parques donde van las familias a hacer picnic los viernes. También hay tiendas de souvenirs (no sé para qué, porque aquí no hay turistas) y cafeterías. La verdad es que me gustó mucho el sitio y el ambientillo que había. A continuación os dejo un par de fotos para ver qué os parece.


Yo con mi abaya en di Riyadh 

Selfie 

Justo detrás de nosotros podéis ver lo que bien pudiera ser un hombre con sus tres esposas. Que no lo sé, sólo digo que podría, porque como ya sabéis, aquí los hombres pueden casarse más de una vez. Aunque tengo entendido que para ello, debe dar el consentimiento la primera mujer. No se le ocurrirá a David pedirme permiso para eso. Y si se le ocurre, no voy a nombrar dónde lo mandaría, porque puede quedar muy feo.



Después de nuestro paseo por di Riyadh decidimos hacer lo que hacen muchos árabes, que por otro lado es  otra de las pocas cosas que se pueden hacer en el único día libre que tiene David. Esto es, ir a un centro comercial o mall a comer a un restaurante. Como fuimos a uno situado en la calle Tahlia, que ya os dije que era una pasada, las tiendas eran todas de las de mírame y no me toques. Balenciaga, Gucci, Dior, y mejor que pare porque se me siguen poniendo los dientes largos. Así que pasamos de las tiendas y nos fuimos a comer a un restaurante cuya especialidad son los noddles. Estaban buenísimos, aunque sí tengo que destacar lo que más me gustó, diré que fue el zumo de kiwi, lima y menta que me pedí. Sin palabras, estaba espectacular, pero en honor a la verdad, ya me habían avisado que los zumos de frutas naturales que hacen por aquí están riquísimos. 

Después de pagar 80 euros por dos platos de fideos chinos, dos zumos y una strawberry cheesecake era hora de volver a casa, ya que David trabajaba al día siguiente. Y cuál fue mi sorpresa cuando saliendo vimos a un montón de ninjas haciendo cola en las tiendas más glamourosas del mall y en la calle todos los cochazos con sus chóferes esperándolas a que terminaran de comprar. Nota mental: visualizarme comprando en esas tiendas con mi chófer esperándome fuera en mi cochazo de lujo. 

Ahora hablando en serio, esto de momento está muy bien y parece que me voy adaptando estupendamente. Así que si alguno de nuestros allegados está algo preocupado por nosotros, que se calme y si alguien que lea el blog está planteándose venir aquí a trabajar, que se anime. Es una experiencia totalmente recomendable, por lo menos visto desde mi escasa experiencia.

Besos y hasta mañana









 

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