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domingo, 18 de diciembre de 2016

FELIZ NAVIDAD

Pues llegó la hora de volver a España, ya que nosotros somos como el turrón, que volvemos a casa por Navidad. No sabéis las ganas que tenía de escribir esta entrada. Salimos mañana noche y llegamos a Madrid el martes por la mañana. Y parece ser que estas van a ser unas vacaciones moviditas, aunque como todas las veces que vamos. Pasaremos unos días en Ciudad Real, unos días en El Rocío, unos días en Sevilla, el fin de año en Canarias y luego deshacer el camino andado. Así que como siempre, muchos kilómetros, pero también muchos buenos ratos con la familia y los amigos. Y espero que mucho jamón y vinito del bueno.

Mientras esperábamos que llegara el día de la partida no lo hemos hecho mal. Ya os dije que tuvimos la fiesta de cumpleaños de Alna, en la que nos lo pasamos genial. Había muchísimas comida, de hecho, yo colaboré un poco con conejo en escabeche, salmorejo de remolacha y tartar de salmón. Y si yo hice un poco, Alna se hartó de currar, cocinó codornices, cordero, un pâté riquísimo, huevos de codorniz, pastel de patatas, pastelitos de quinoa con queso, ... como os digo, una pasada de comida.  Os dejo una foto del escabeche.



Pero ahí no acaba nuestra vida social de los últimos días. Este viernes fuimos a otra fiesta, esta vez en la embajada británica. Debo reconocer que al principio fue un tostón de los grandes. Aquello parecía un asilo, todo el mundo sentado jugando al bingo. Menos mal que por lo menos David ganó el primero y le tocaron 500 sar, que son unos 125 €, justo los que nos habían costado las entradas. Después del bingo hubo una cena regular nada más y después bailes típicos escoceses, porque la fiesta estaba organizada por una sociedad escocesa. Menos mal que entre cartón y cartón podías beber cervezitas de las de verdad y otras cosas que aquí no se encuentran fácilmente. Y ya después del aburrimiento padre empezó la música más animada, justo cuando la gente ya estaba contenta. Ya me entendéis. Así que al final no lo pasamos tan mal.

La vuelta a casa en el autobús del compound con gente de todas las nacionalidades fue muy pintoresca. Fue como cuando vuelves de una boda en el autobús con todos los invitados. Teníamos un speaker y fuimos poniendo música, y las chicas estuvimos bailando dentro. Menos mal que llevábamos las cortinas echadas porque si no hubiéramos acabado todos en la cárcel.

Y así se acaba la vida social pre-navidad de Riyadh. Ahora nos toca disfrutar de las fiestas en España, que como siempre promete. Os contaré a la vuelta. Eso sí, si tengo tiempo.

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