Parecía que yo tenía ganas de ver una de esas míticas tormentas de arena del desierto cuando me vine a vivir aquí, por aquello de conocer todo lo que era nuevo para mí, y que me parecía que tenía un efecto romántico tipo Lawrence de Arabia. Bueno, pues ya está bien, ya estoy hasta la coronilla de viento, de polvo y sobre todo de barrer. Que parece que el cepillo y el cogedor son ya dos extensiones de los brazos. Los muebles color madera los tengo blancos y los blancos están amarillos.
Espero de verdad que esta rachita pase pronto, porque además me han contado que los días de tormentas de arena fuerte, los aviones no salen, y no sé si os acordaréis pero en cinco días estoy volando de nuevo para las Españas. Así que no me gustaría tener que retrasar el viaje por efectos meteorológicos de ningún tipo.
Os dejo ya por hoy, que me tengo que poner a barrer la arena que entró anoche. Besos y hasta pronto.
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